Naciones Unidas, con el acuerdo de 140 países, aprobaron el
texto final del Convenio sobre el Mercurio, denominado la Convención de
Minamata, el pasado 19 de enero de 2013. Este texto pretende regular y restringir drásticamente el comercio
y suministro de mercurio, así como el uso del metal en productos y procesos
industriales. Esta Convención deberá ser ratificada por al menos 50 estados
para entrar en vigencia, lo cual podrá tomar algunos años en lograrse, sin
lugar a dudas, por las grandes implicaciones que tiene, especialmente en
materia de minería.
La Convención de
Minamata es un homenaje a la ciudad japonesa del mismo nombre, donde en la
década de los 50 se produjo un grave caso de envenenamiento con mercurio debido
a los vertidos incontrolados de la empresa Chisso Corporation. El consumo del
pescado contaminado de la Bahía de Minamata afectó directamente a unas 3.000
personas cuyo organismo fue intoxicado por el metilmercurio.
Ante esta
perspectiva, suena paradójico conocer que una comunidad afrodescendiente,
anclada en el Chocó colombiano, extrae y procesa oro desde tiempos
inmemoriales, sin utilizar mercurio en el proceso. La resina extraída de una
corteza hace el trabajo del mercurio, sin generar ningún impacto ambiental
negativo. Es la razón por la que ha sido éste el primer proyecto de minería en el mundo
en recibir el sello de Comercio Justo de la Fair Trade Organization. ¿Llegó la
hora de rescatar masivamente muchísimos conocimientos ancestrales, injustamente
sepultados por la civilización de la máquina y la química industriales? Mucho
me temo que sí. ¡Enhorabuena!
No hay comentarios:
Publicar un comentario